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miércoles, 13 de febrero de 2008

Pánico a una muerte ridícula

Salud, compañía.

Pues verán, estaba hurgando en típica web de cine cuando me he topado con las extrañas circunstancias de la muerte de F. W. Murnau, el director de Nosferatu, El Último y demás pelis que todo el mundo conoce de oídas pero que ni Claus ha visto. Resulta que, en su primera etapa en Berlín, el hecho de que Murnau fuese homosexual estaba admitido tácitamente dentro de los círculos artísticos en los que se movía, pero en cambio en Hollywood todo este asunto de su gayéz daba mucho que hablar.


Su homosexualidad siempre fue motivo de cotilleo, y lo sería mucho más tras difundirse el rumor de que su muerte por accidente de tráfico, el 11 de Marzo de 1931, se produjo cuando Murnau perdió el control de su vehículo debido a que su asistente personal le estaba practicando una limpieza de sable en toda regla. Hay que mencionar que el "asistente personal" de Murnau era un filipino de 14 años, mientras que él era un cimarra de 2.12 metros de largo y 43 primaveras. Hala, ahí tienen su buena ración de morbo, rica-rica y con fundamento. Y claro, de esto a ponerme a buscar o recordar muertes de coña no hay más que un paso.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

y la del músico q se ahogó (en el asiento trasero de un coche)con su pota, al apuntar hacia arriba, x la mandanga q llevaba...?
John Bonham? o era uno de acdc?

Anónimo dijo...

Otro ejemplo: Señor Burroughs y esposa.

Una noche de alcohol, en México en el año 1951, el escritor americano William Burroughs y su mujer estaban jugando a ser Guillermo Tell. Jugaban en serio: con una manzana en la cabeza de la esposa, Joan, con la excepción de que Burroughs prefería un Colt 45 al arco y la flecha porque era un excelente tirador. Bueno... al menos lo solía ser. Las consecuencias: para uno prisión por homicidio involuntario, para la otra muerte por hemorragia cerebral.